El título mismo demuestra que no estamos ante una obra especulativa, rígidamente doctrinal y esquemática sobre algo tan esencial al cristianismo como es la gratuidad.
Con excesiva frecuencia y con fuerza que convence a los más incautos, se ha impuesto la teoría de que la salvación depende sobre todo de los ejercicios piadosos que realices, de las obras buenas que hagas, de los sacrificios que te impongas. En definitiva, el hombre podría ganarse a puños la salvación eternas.
La realidad revelada, si embargo, asegura todo lo contrario: sólo Dios salva al hombre, y lo salva porque quiere, gratuitamente: que eso significa gracia.
Por la oración, la liturgia y la piedad, por las obras buenas, el hombre se une más estrechamente al Dios que salva por medio de Jesús (nombre que significa "Dios salva") y son una expresión de que la fe es una fe viva, una fe auténtica.
El dominico Chus Villarroel, con una formación teológica sólida, una extensa experiencia de profesorado, y una vivencia de gratuidad que tanto bien ha hecho en los grupos carismáticos y parroquiales, expresan en esta obra esas vivencias. Y lo hace con la espontaneidad y el lenguaje llano y directo que nace del contacto con la gente: No he tenido ni biblioteca ni ambiente intelectual, pero lo he suplido con una cercanía muy grande a la vida real, al sentir y a las aspiraciones de la gente, dice el autor.
En ese estilo de experiencia, de vivencia, que hace tan fácil e interesante la lectura, va desgranando temas como la gratuidad de la gracia, el precio de la gratuidad, gratuidad y perfección, temor y gratuidad, una filosofía para la gratuidad, un nuevo espíritu...